jueves, 1 de diciembre de 2011

Ya no es un secreto

Un día descubrí que te amaba,
y ese día decidí que ese sería el secreto mejor guardado en el mundo,
después de la fórmula de la Coca Cola
claro está.

Ese día decidí que serías mi sueño
y tenerte en mis pensamientos de día y de noche
sería como el deber de tomar café cada mañana
para comenzar mi día con una sonrisa.

Ese día las mariposas se instalaron de nuevo en mi estómago, 
y me recuerdan que están ahí cada vez que te me acercas.

Ese día olvidé decidir algo importante.


He debido decidir que mi secreto se quedaría conmigo,
pero la verdad,
es que me fue difícil opacar el brillo que se escapaba de mis ojos
cada vez que pensaba en ti o estabas a mi lado.


Olvidé decirle a las mariposas que no volaran cuando estabas lejos. 


Olvidé controlar mis impulsos  y,
alguna vez,
llevada por algo de valentía me atreví a decir que te quería mucho.


Ese día yo misma cerré la puerta.

A los príncipes no les gustan las princesas que dicen lo mucho que los quieren...

to begin with, princes just like princesses...
I had already said that I'm anything but a princess...

Había también olvidado que revelar secretos hace que la magia se vaya.
Mi secreto era lindo, perfecto mientras estuvo en mi cabeza y en mi corazón.

Soñarte era hermoso y podía escribir cuentos con finales felices...en mi cabeza.

Un día abrí la boca para cerrar la puerta.
Las mariposas se fueron y con ellas mi sueño.

Mi sueño, las mariposas y el amor que guardaba con tanto celo se fueron contigo,
porque el día que te dije lo mucho que te quería decidiste que era mejor irte...
y una vez más
me quedé volando sola.






lunes, 28 de noviembre de 2011

Lo que pasa por dejar la puerta abierta.

Hace un tiempo, algún transeúnte que me encontré en el camino dijo que yo debería escribir cosas felices y no centrar el color de este blog a ese que se desprende de mi alma mientras una hueca tristeza se instala dentro de mi.

Quisiera tener la fórmula para escribir cosas felices, pero creo que lo feliz es mejor vivirlo y no perder el tiempo traduciendo la alegría en palabras o encerrando trozos de felicidad en párrafos que, probablemente, nadie leerá.

Hoy escribo porque me siento triste.

Y es que ni el frío, ni la inundación de la carretera, ni la deprimente rutina de la que quiero escapar todos los días ayudan para que el color de mis días sea un poquito más amable.

Hasta hace unos días todo estaba bien. Digamos que estaba medianamente tranquila y pasaba los días pacientemente con cal y arena. Había cerrado todas las puertas de mi casa y había también decidido que sería la única en habitar este espacio. Ya instalada en mi recinto sagrado, me ocupé de hacer alguna que otra mejora, como tapar goteras, destapar cañerías, una que otra remodelación y cambiar el color oscuro que hacía ver los cuartos más pequeños.

Todo iba bien hasta que por instinto, necesidad o mera estupidez, tuve que recordar que no estaba sola y que de vez en cuando era bueno compartir los espacios con los vecinos.

Sin querer invitar a nadie, dejé la puerta abierta. Estaría bien recibir a alguien siempre y cuando no se demorara más de lo normal. Ya había tenido visitas engorrosas que prometían ayudar en momentos de necesidad extrema, cosa que haría cualquier buen vecino. Estuvo bien al principio, era amable tener vecinos que quisiera ayudar en momentos de dificultad. Lo raro del asunto es que cuando la tormenta llegaba, estos azucarados seres se desvanecían con el viento y de repente aparecían en otras casas expeliendo veneno y exponiendo sus ponzoñosas lenguas a merced de lo que habían visto en mi casa. Al ver semejante prueba de conveniente amistad, decidí que era mejor prescindir de sus empalagosas existencias y continuar en mi casa como Dios me mandó al mund: sola.

Pasaron los días y no llegaba nadie. Comenzaba a sentir frío y decidí cerrar la puerta.

Estaba a punto de cerrarla, cuando de repente llegó un vecino. Un señor ahí, que ya había pasado a visitarme. Por algún motivo yo había desistido de su compañía, ya que a él no es que le gustara mucho frecuentar mi espacio.

Comenzamos a charlar. De repente no era él quien me visitaba, sino yo quien iba hasta su casa. Pasábamos buenos ratos, buena comida, buena charla...buena música...el tiempo pasó y ,de a pocos, ese vecino se instaló en el cuarto más especial de mi casa. El lugar donde se hospedaba era tibio, iluminado y la brisa pasaba de vez en cuando para refrescar el ambiente. Este señor era muy especial, tan especial, que cuando no estaba presente, yo aprovechaba para recostarme en su cama, sentir el olor de su pelo en la almohada y acariciar los recuerdos que ya comenzaban a sacarme sonrisas de vez en cuando.

Era muy bonito.

Una vez el vecino desapareció.

Lo busqué un par de veces, pero recordé que así habían sido un par de vecinos más.
Ese día cerré las puertas de mi casa otra vez. No lo volví a buscar. Aprendí que cuando la gente desaparece es porque encontró cuartos más seguros y más calientitos y lo bueno que se vivió en un hogar de paso, queda guardado en el baúl de los recuerdos.

Y es mejor que suceda así.

Estoy un poquito triste, pero el diagnostico es de moretón, no de fractura.

Por mi parte aseguraré la puerta. Cerraré las ventanas para que no haga tanto frío y prometeré no volver a molestar a los vecinos amables para que quieran quedarse conmigo.






domingo, 9 de octubre de 2011

Reincidencia

Había prometido no volver a tocarla.
La última vez que lo había hecho,
la sensación fue más agria que dulce
y a la mañana siguiente el aire parecía más pesado.

La tocaba porque era dulce,
suave,
cálida y húmeda;
virtudes que hacían que después de finalizado el ritual de la caricia
este quisiera repetirse hasta el cansancio.

Había prometido no volver a hacerlo
después de haber sentido una soledad inmensa
tras haber regresado de un viaje por el cielo.

Iba y volvía,
con roces cálidos y fríos
que no le costaban nada...
ni si quiera una palabra.

Lo prometió, pero reincidió.

Esta vez con menos culpa, más curiosidad
y con la cosquilla en el estómago
de quien siente que se enfrenta a una primera vez.

Sin culpa.

Sin miedo.

Sin ansias y hasta sin tiempo.

Esta vez volvió a tocarla...

con curiosidad, pero sin deseo.







jueves, 6 de octubre de 2011

En una caja de juguetes.

Cuando uno quiere cambiar de casa tiene que deshacerse de muchas cosas.

Aunque una mente razonable crea que es mejor botarlo todo, yo todavía creo que hay cosas que, aunque simples, pueden hacerlo a uno muy feliz.

Hasta hace poco vivió en mi corazón un grillo que tocaba el piano,
pero que se cansó del sitio en donde estaba y decidió irse de a pocos.

Se fue y,
en su afán de desocupar rápidamente el refugio que alguna vez le alegró la vida,
olvidó llevarse muchas cosas.

Por ejemplo, dejó enredadas muchas canciones en la cabeza de una muñeca con la que muchos niños jugaron hasta el cansancio...tanto, que la dejaron olvidada...
Y sí.
No hay mejor refugio para las canciones que una cabeza de muñeca olvidada.

También se le quedaron sus inmensos discursos acerca de lo hermoso que era el hacer música. Esos se le quedaron debajo de los zapatos del espantapájaros que alguna vez lo hizo reír, pero que decidió no mirar más...hoy en día, con tantos avances, hay más fuentes de diversión, mejores, más estéticas y agradables que un viejo espantapájaros.

Por culpa de su despiste selectivo también dejó un par de acordes.
Esos se quedaron pendiendo de la oreja de una taza de café.
Alrededor del café pasaba una que otra tarde,
dejaba que el tiempo se fuera y reincidía de nuevo en tocar el piano.

Se le quedaron muchas cosas...
unas fáciles de recoger, otras no tanto...
como el recuerdo de sus profundos ojos verde oliva...
esas luces aún iluminan las noches del recinto en donde estuvo....
de hecho no solo iluminan las noches...
iluminan todo el tiempo,
porque desde que se fue del todo,
la luz del sol ya no pasa por las ventanas...
llueve mucho y hace frío.

Como propietaria del lugar en donde se alojó por este tiempo el señor Pepe Grillo, tengo que terminar la limpieza y recoger todo lo que dejó olvidado.

Habrá cosas que botaré definitivamente, pero habrá muy seguramente otras que conservaré conmigo.


Entre las que se van, se va el recuerdo de ese par de veces en que se olvidó del espantapájaros para irse con una Barbie.
También tendré que mandar lejos el día que una muñeca de trapo quiso robarle un beso y la empujó lejos, para no tener que comprometer su corazón de porcelana con lo frágil y poco noble de un corazón hecho de telas baratas.


Lo feo no es real y en cambio hace mucho daño...por eso prefiero mencionar algunas de las cosas que dejaré guardadas:

  • Un par de amaneceres
  • Una noche entera mirando película sin más intención que dejar que el tiempo pasara,
  • Dos papelitos de chocolatina
  • NASA (Un sistema ultra moderno de comunicación que uniría la civilización con las montañas)
  • Una espadita de alambre que no le servía para luchar...era muy frágil y, además, a él no le gustaban las peleas,
  • Un cigarrillo que todavía guardo en la guantera de mi calabaza convertible (creo que me lo fumaré esta noche cuando regrese de ópera),
  • Un restaurante de mentiritas cuya ganancia fueron todas las sonrisas que me daba a cambio de tomates o cebollitas,
  • Un tarro de helado de chocolate,
  • Muchas tardes de juego,
  • Bach!!!
  • June
  • Lo que me costó el amor de Laura,
  • Jairo Anibal Niño,
  • Sus canciones con la guitarra.....
  • Una canción para bailar...un poco extraña......
  • Su piano, la guitarra...
  • La musiquita...

En fin....dejó más cosas de las que pudo haberse llevado.

El dilema ahora es:

¿dónde puedo guardar todo eso?
¿qué lugar será lo suficientemente digno para conservar tan raro tesoro?

La respuesta parecía complicada, pero el sentido común de una coleccionista de tesoros poco convencionales me dice que tantos recuerdos cubiertos de algodón de azúcar y chispas de chocolate merecen ser guardados en un lugar que nadie sospeche...donde estén seguros y solo pueda encontrarlos el tenedor de esta octava maravilla.

El mejor sitio para guardar lo que un día un grillo no quiso llevarse no es ni una caja fuerte, ni un baúl enterrado en el fondo del mar...

El mejor sitio, el más conveniente y sensato para guardar tantas sonrisas ensordecidas por el tiempo es una cajita de música.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Ayer llovió.

Por alguna razón hay cuentos que no se dejan escribir.

No importa el montón de buenas intenciones, las canciones o los besos robados.

A veces uno se desbarata la cabeza intentando escribir historias sobre hojas que no sirven para escribir cuentos, hojas que no coinciden en los finales felices que uno quiere encontar.

No es tan fácil aceptar que es mejor cerrar el libro.

A veces se logran escenas bonitas, que uno quisiera eternizar y compartir con otros,
pero, lastimosamente,
una o dos escenas no son suficientes para escribir un cuento,
y menos si uno quiere terminarlo con un "...y fueron felices para siempre".


La ventaja de escribir cuentos es que uno puede agregar y eliminar personajes a lo largo de la historia. Algo divertido, pero a la vez agridulce, si se piensa que a veces, por fuerza mayor, a uno le toca eliminar a quien quiso fuera alguna vez el personaje principal.

Escribir es mágico ya que, gracias a las palabras, uno puede inventarse castillos, países, mundos enteros en donde el amor existe, donde es posible tener alas y terminar una historia con una sonrisa gigante para luego retirarse a vivir la eternidad en un reino de fantasía.

Yo no vivo en un cuento.

Símplemente, trato de escribirlos.


Ayer tuve uno de esos días en los que uno es capaz de estar con uno mismo.

Martha & Ludobina.

Un par de llamadas, que no fueron contestadas , me obligaron a esconderme de la lluvia y hacer de una espera, por lo general insoportable, un tesoro indescriptible que solo se puede saborear cuando uno está solo.

Ayer llovió, y ¡llovió durísimo!

Mientras llovía, me atreví a mirar por la ventana...con algo de miedo, porque caían rayos. A mi alrededor había mucha gente...unos muertos, otros vivos, todos en blanco y negro. No me atreví a hablar con ninguno. Me dio mucha pena, y además, habrían podido pensar que estaba loca.

Para evitar la tentación de hablarles seguí mirando por la ventana. Seguía lloviendo, pero esta vez la idea de esperar otro rato comenzó a gustarme.

Por momentos caminaba, tiritaba de frío, pero volvía a mis acompañantes. Todos escondidos detrás de un espejo. Soñé un rato y pensé que sería bueno meterme en un espejo yo también. En un espejo uno puede ser más real que cuando dice tener uno de esos momentos de honestidad desbordante.

Me miré en un espejo y me gustó lo que vi.

Como el más grande de los ególatras sonreí y decidí mirarme por mucho más tiempo. Mientras me miraba trataba de entender, por qué, siendo la inquilina de un ser que en el común de la gente no pasaría desapercibido, me resigno a contar con la compañía de quien no quiere estar conmigo, o, peor aún, de quien solo quiere estar conmigo cuando sirvo como puente entre él y cosas simples, pero a ratos no tan alcanzables.

Me pregunté por qué me sentía tan bien caminando sola, por ahí, esperando a que la lluvia pasara y enamorándome de mis compañeros, unos muertos y otros vivos, pero todos en blanco y negro.

Me pregunté por qué la lluvia me sabe mejor cuando estoy sola en mis silencios y no cuándo pretendo amar a alguien que muy seguramente no está conmigo por gusto sino por necesidad de llenar su soledad.

Después de semejante tarde tomé mi decisión:

Soy yo quién escribe estos cuentos,
soy yo quién inventa los personajes
y soy yo
quién decide hasta cuándo se quedan.

Fue difícil, pero tras mil intentos de darle a este cuento un final feliz hoy decidí que ya no quiero que en mis cuentos esté el muchachito que toca el piano.

Al principio me gustó mucho, pero, de un tiempo para acá ese piano no ha querido sonar como antes....cuando suena, suena desafinado.

Lo intenté, lo busqué, escribí canciones, como cosa rara, me robé un par de besos insípidos que atesoré (sola, como siempre) hasta que finalmente

¡me rendí!

Lo siento mucho, pero a mi, como a la gente tan común y tan corriente, los pianos desafinados no me gustan.


POR FIN.

lunes, 3 de octubre de 2011

Y pasaron 20 años




Mientras no estabas
sentí frío,
miedo,
angustia
y cuando me acostumbré a tu ausencia,
me llené por fin de valentía y
acepté de nuevo ver el sol por la ventana.


Mientras no estabas
aprendí a las malas
que llorar es un exorcismo necesario
y que mirar hacia atrás
para reprochar y querer aclarar dudas
no sirve de nada.


Mientras no estabas
cambié mis crayolas por una guitarra,
una escuadra por una pandereta,
el recuerdo de tu bicicleta
por una lira
y los premios por buenas notas
se convirtieron en negociaciones con mi mamá,
para que me diera permiso de jugar con mis amigos
al terminar la escuela.


Mientras no estabas
aprendí a cantar y llorar al tiempo,
supe que las sonrisas se cobran caras
y viví,
sin saberlo,
como Johnny Carter
en los tiempos del jazz de Cortazar.


Mientras no estabas
aprendí a cantar,
me enamoré del baile
y descubrí que los sueños eran la mejor forma
de olvidar que hacía un buen tiempo te habías ido.


Mientras no estabas
el tiempo pasó,
se cayeron dos torres,
la infancia se escapó de mis manos
y la esperanza de tenerte al lado
se fue sin necesidad de despedirla.


Mientras no estabas
me enamoré...
tantas veces...

las suficientes como para darme cuenta
de que al amor lo han disfrazado,
prostituido y matado,
preso de falsa belleza,
codicia y ambición enferma.


Mientras no estabas
decidí quedarme sola
y anhelar que esa silla vacía
desapareciera
y que a cambio hubiera
un espectador
exclusivo,
admirador ferviente
de mis alas....


Esas alas que se fueron...

se quemaron,

se partieron...

se perdieron

mientras no estabas.


Ya regresaste
y por la pluma de Cortazar pasaron 20 años,
tórpemente aprendí unos diez acordes en la guitarra,
he sido necia,
bruta,
a veces inteligente
hasta alcancé a ser toda una rockstar
combinando mis sueños con los de un par de amigos,
cuando tuve algo de suerte...



Volviste,

pero el tiempo ya pasó.



Las heridas no se han ido, 
y quiero volver a ser niña para abrazarte,
saltar sobre tus hombros
y ver el mundo desde allá arriba...
con la seguridad de que no me dejarás caer...


Quiero que mi inocencia regrese
para que esa silla
que aún sigue vacía
no me duela tanto,
cuando se ensordece el aplauso,
cuando las luces se apagan, 
cuando la función termina.

Papá. 


Todas estas
 y muchas otras cosas
ocurrieron mientras no estabas.


domingo, 18 de septiembre de 2011

Hacía tiempo no llovía.

Ya tener frío me hacía falta.

Cuando hace frío 
un café ya no es un vicio,
sino un mal muy necesario.

Cuando hace frío 
se despierta ese fantasma que está dormido 
que empuja la voluntad de mis dedos
para escribir una historia 
que vive felizmente escondida.

Cuando hace frío 
se añora un abrazo, 
un chocolate no es pecado 
y un verso 
se convierte
en canción de cuna para un recuerdo.

Cuando hace frío 
añoro
temo
necesito.

Cuando hace frío 
recuerdo 
lo bien que es estar lejos,
el bien que me hace estar sola, 
el beneficio de ahorrar
y renunciar a robar besos.

Cuando hace frío 
un coro de ranas es mi banda sonora
los charcos se convierten en espejos
de la luz que, 
sin importar la forma,
guía los pasos 
de quienes a fuerza del cansancio
anhelan llegar a casa.

Cuando hace frío
no te extraño,
no te temo,
no te necesito.

Cuando hace frío 
sé lo bien que es quererte de lejos
soñar con el sabor de tus besos
e imaginar lo que sería 
quedarme enredada entre tus dedos.

Cuando hace frío
no estás,
pero te traigo a las buenas,
a punta de recuerdos, 
de canciones,
de deseos que se apuestan
sin mayor ciencia ni técnica
que jugando a los dados.


sábado, 10 de septiembre de 2011

Una canción.

No importa qué tan lejos estés de mi.

Solo basta escuchar una canción para traerte de vuelta
y,

semejante hazaña,

hace que la sonrisa en mi cara ya no sea tan esquiva.



Te guardo celosamente

en una cajita de chocolates.

Fresquito pero a la vez calientito.

Como se guardan los tesoros...

las sonrisas,

los recuerdos de días felices.



Estás adentro,
muy adentro;
más adentro de lo que crees.


Y todos los días te echo un vistazo,
de cerca,
de lejos...
y lo que más me gusta
es mirarte cuando no me estás mirando.

Escucharte...
Mirarte...

Esa risa le devuelve la fe a mis días,

me da la suerte del que encontró el eslabón perdido,

y el corazón de quien acabó de ganarse la lotería.



Que bueno saber que existes y que para tenerte al lado,
solo necesito una canción.


Una canción que me devuelve la vida,

los sueños

y la magia de lo que no sabemos si es verdad o mentira....

una canción que me devuelve más de diez años atrás,

cuando no tenía tanto miedo...



Una canción que te trae de vuelta

es una canción

capaz de devolverme la sonrisa.

viernes, 26 de agosto de 2011

No es más que un hasta luego.

Ya no voy a abrir más puertas.
Solo he logrado que pase un viento frío y que tenga muchas ganas de encontrar calor.
El abrir puertas solo ha traído visitantes.
No me gustan las visitas, aún menos cuando necesito tanto de alguien que se quede...
pelear sola no me gusta...
no me gusta vivir y no me gustaría morir tampoco.
La depresión me está matando de a poquitos y cada día se ha convertido en una lucha de una guerra que, sé, llevo perdida.
Mi corazón es frágil y temo que se romperá pronto.
Ya no quiero sujetarlo más.
Me marea el solo hecho de sobrevivir y, aunque sé que no soy valiente para cerrar el libro, quiero acabar de leerlo pronto y declararme vencida oficialmente.
Se fue la luz y ya no quiero encenderla.
¿Para qué encender una lámpara en dónde solo habita uno?
Quiero desaparecer del mapa y no dejar ni un recuerdo.
La vida sigue igual conmigo o sin mi.
La música seguirá sonando y los amigos seguirán riendo.
Ya no quiero más vida. Me quiero dormir un día y que ese sueño no termine.
Dormirme y llegar allá a donde el amor no duele, donde los amigos tienen alas y donde mi corazón, inservible en este lugar en el que vivo, es una lámpara que no se apaga...en donde su luz no fastidia a nadie y la tranquilidad es el aire, el agua....la vida misma...

martes, 23 de agosto de 2011

Hasta el último momento.

Un día como hoy volvimos a vernos,
hicimos pactos de no agresión y juramos que pasara lo que pasara lucharíamos por un mismo sueño y caminaríamos de la mano aún bajo la más fuerte tormenta.

Un día como hoy nos enredamos y desenredamos,
escondiendo un secreto a voces que nos mantenía hasta hace poco unidos.

Un día como hoy también llovió y decidí que escribir era mi forma de gritar.

Un día como hoy quise dejarme encontrar,
me dejé tentar por una tierra jamás prometida
y reconstruí un castillo que ya el viento había desvanecido
con la complicidad de un ejército de mariposas.

Un día como hoy
escuché una canción que me devolvió los sueños que teníamos,
y
un día como hoy,
no tan lejano a hoy,
tuve que despertar.

Hoy decidí que me voy.

Empaco lo que quedó del que un día fue nuestro sueño en la maleta que dejaste en la puerta antes de irte y a pesar de seguir encontrando idiotas a diestra y siniestra,
creo que ya llegará el valiente que se atreva a caminar de mi mano,
tras el mismo sueño.

Mientras camino,
recogeré los pasos que un día fueron nuestros,
juro que lograré lo que soñé antes de conocerte
y que tatuaré en mi alma los recuerdos de los días y noches
en los que jugábamos a escondernos para estar lo más cerca del cielo,
sin que nadie lo supiera.

Te fuiste a ratos y yo me voy del todo.

Te esperé,
te soñé,
te amé y te anhelé hasta el último momento.

Hoy dejé de hacerme la sorda y obedecí al pitazo final.
No quiero mirar hacia atrás.
No quiero tener la tentación de ver en tus ojos esos hijos que jamás llegaron y que quizá preferirán otros vientres,
otros tiempos,
otras tierras.

Me voy.

Tú ya te fuiste.

Me voy con mi voz y tú con tu guitarra.

Me voy con mi soledad y tú con tus enredos.

Me voy con mis sueños y tú con tus pesadillas.

Me voy con el amor que me queda y tú con la curiosidad de haber sabido lo que habría sido tener un hijo conmigo.

Me voy...y te amé hasta el último momento.


Me voy con las manos vacías y un mundo que me espera para recordarme que el amar a manos llenas sirve solamente para construir castillos de arena,
y que se corre el peligro de parecer retardado mental por querer ver en los ojos del otro lo que solamente un corazón enamorado podría ver.

Me voy con la convicción de que el amor es un privilegio que pocos entienden y que va mucho más allá de una fachada que se disfraza con un vestido de novia.

domingo, 31 de julio de 2011

Y a pesar de todo, sé que es mi culpa!



Por tu culpa he vuelto hacer lo que no es debido.

Decidí que es mejor contarte las pecas
a querer lograrlo con miles de ovejas,
que saben como burlarse de mi,
antes de quedarme dormida.

Decidí que prefiero escribir canciones,
o uno que otro poema tonto,
a pedir explicaciones.

Decidí también que seré valiente
y enfrentaré con gallardía
a ese ejército de mariposas
que invade mi estómago
cada vez que te cuelas en mis pensamientos
o que me encuentro contigo de frente.


Por tu culpa se me olvidó otra vez que la fantasía es cosa de niños.


Por tu culpa sonrío con apenas un recuerdo
y cuento los segundos que separan
a esta niña perdida
del muchachito que toca el piano.


Por tu culpa se me enreda la cabeza,
confundo una que otra palabra
y convierto una que otra canción
en el himno que acompaña mis días,
ese que hace que en medio de una torrencial lluvia
salga el sol.

Por tu culpa

y solo por tu culpa

a mi corazón se le olvidó bombear sangre
y,
a cambio,
se dedicó a guardar brasas de ilusiones
que hacen que me sienta tibia por dentro
y que,
cada vez que te recuerde,
un escalofrío se adueñe de mi espalda.


Por tu culpa le robo minutos a mis horas de sueño,

le pido a Dios excusas por no dedicarle más tiempo a nuestras charlas nocturnas

y me dedico a mantener esa sonrisa tonta

que aparece

con solo evocarte...


¡Por tu culpa, Rodrigo, por tu culpa!


Hoy vuelvo a sentir que el amor existe

y que más que preocuparme por llenar requerimientos
ridículos para sentirme plena,

me dedicaré a quererte
de cerca y de lejos,

con seguridad y con miedo,

con la franqueza de mis células

y lo firme de mis huesos


imperfectos,


torpes,


esos que atestiguan

que cada que pienso en ti

de los pies a la cabeza,

tiemblo.




viernes, 22 de julio de 2011

Te tomé prestado para escrubir un par de cuentos
para inventarme un par de sueños
para robarme un par de versos

Y sí...

Uno puede enamorarse del frío
de la música
del dolor.

Uno puede enamorarse del viento
cuando le acaricia sin querer
el pelo.

Uno puede enamorarse del sonido de las gotas de lluvia
que al caer
puede ser
dulce,
erótico,
doloroso,
fatal.

Uno puede enamorarse de los sueños,
de las líneas de Bach
y de los colores de Tchaikovsky.

Uno puede enamorarse de la soledad,
de las ovejas que cuenta antes de dormir
y de las pesadillas de las que quiere despertarse.

Uno puede enamorarse del miedo,
de la angustia,
de la nostalgia,
y del deseo.

Uno puede enamorarse
de un cello,
de un piano,
de un fagot o de una flauta

de la música...

De esa que se escucha de fondo
en alguna escena de una película
y de la que lo acompaña a uno
cuando quiere cerrar sus ojos para siempre.

Uno puede enamorarse tantas veces y de tantas cosas.....

Enamorarme es mi vicio y como tal me hace daño.

Me enamoré de un ruido....de tu ruido y tu locura
de tus ojos
de tus manos y de la punta de tu nariz
de tus miedos
de lo que escuchas y de lo que no quieres volver a escuchar jamás.

Me enamoré de tus dedos sobre el piano
de tus ojos cerrados cuando tocas
y del justo momento en que los abres.

Me enamoré de tu voz,
de tus manos en las cuerdas de una guitarra prestada,
del cigarrillo que se quedó en mi carro
y del forro de la cámara
que tiene otro vicio adentro
también en mi carro.

Me enamoré de tu música
de tus fortes, de tus pianos
de tus sueños de dormido y de despierto.

Me enamoré de ti.

Y todos los días
te pienso
te amo
te quiero
te dejo
te olvido
te sueño
te miento
y
te creo...

Mi nuevo vicio tiene siete letras
un par de pecas desordenadas
y muchas ganas de volar.

Mi nuevo vicio tiene nombre de señor serio
una voz que me arrulla aún sin querer dormirme
y una locura prestada,
una locura que ata,
que me ata
y de la que no me quiero soltar.




miércoles, 20 de julio de 2011

Entre ayer y hoy.

Hoy conté los colores del arco iris más de siete veces.

Hoy me sequé las lágrimas siete veces más de las que conté los siete colores del arco iris.

Hoy me devolví en el tiempo, escarbé recuerdos y ensucié mis manos con nostalgia.

Hoy me tropecé de nuevo con ese sueño infantil de encontrar un cuento.

Hoy, diferente a ayer, no toqué mi guitarra.



Ayer quise llevarla a tu casa para cantarte la canción que escribí pensando en ti.

Ayer me levanté con una sonrisa grandota que se agrandó mucho más al llegar la noche,

pero que se convirtió en llanto casi a la madrugada.



Ayer me removí una herida por tonta, terca y confiada.


Entre ayer y hoy se me volvió a enredar la pita que elevaba mi corazón en una cometa hecha con polvo de estrellas de mar.


Entre ayer hoy se me olvidó escribir canciones que son cuentos con finales felices.

Entre ayer y hoy he convertido en suspiros,

corrientazos en el estómago y ojitos aguados

ese sueñito que compartía secretamente contigo.


Sí.


Secretamente creía que también lo compartías.




Es por eso que decidí contarle los colores al arco iris.


Creo que así invertiré mejor el tiempo.

Es posible que al final de cada color encuentre una mariposa que me de piezas de un rompecabezas....ese que quedó incompleto hace casi dos años....
la que pensé tendrías y usarías
para por fin llenar esa rendija
por la que pasa tanto frío.

miércoles, 6 de julio de 2011

Ya llegará el momento

Ya llegará el momento en el que vuelva a reírme con muchas ganas,

de soñar con que los globos son más potentes que los aviones

y que es posible llegar a la luna con apenas dos pipetas de gas.


Ya llegará el momento en el que no tenga que rendirle cuentas a nadie,

en el que este pasado que estoy construyendo traiga brisa de esperanza

y fortalezca la fe de un futuro incierto.


Ya llegará el momento

en el que esas gotas de agua

que se escapan de mis ojos

sean la materia prima de sonrisas

que jamás he soñado despertar...



A veces siento que no soy capaz de hacer feliz a alguien....



mucho menos a mí misma.



Ya llegará el momento en el que todo esto pase.



En ese momento de los árboles cortados brotarán nuevas ramas

y las recién cortadas que hoy entorpecen mis pasos

estarán carcomidas por el hongo,

muy seguramente hechas polvo

y guardadas en ese olvido del que no se escapa un mal recuerdo.




Para que ese entonces llegue, necesito sobrevivir hoy...



Ya llegará el momento en el que vuelva a verme,

en el que sepa quien soy, en que momento estoy

y a donde carajos me dirijo...



Por el momento solo tengo este segundo

en el que respiro,

por inercia vivo,

y trato de convencerme a mi misma

a través de una pantalla y muchas letras

que todavía existo.



lunes, 20 de junio de 2011

Penélope

Todavía no te conozco.

No sé quién eres, de dónde vienes y tampoco cómo eres.

No sé de qué color serán tus ojos,
tu pelo,
tu piel;
no sé si tendrás el pelo largo,
corto,
serás calvo o si te falta algún diente.

No sé si hablas mi mismo idioma,
si te gusta tanto la música como a mi el café
y
menos aún,
no sé si estarías dispuesto a acompañarme en este viaje que cada día se hace más corto.


No sé quién eres, pero aquí te espero.

Te espero pacientemente, porque algo me dice que estás por ahí perdido.


Algo me dice que también prefieres irte a dormir temprano,

a tener que esperar un mensaje,

una llamada o un te quiero

que no va a llegar de quién en este momento quieres.


Sé que debes estar por ahí.

Con la sonrisa un poco rota,
un par de sueños remendados
y un puñado de canciones
que te salvan más rápido,
y efectivamente,
que aquel que dice ser tu amigo.

Sé que cuando me veas me reconocerás...

de pronto yo no te reconoceré...

sufro de despiste selectivo y,

ante la mínima señal de un posible enredo emocional,

salgo corriendo ante de irme de narices contra el mundo

y correr el riesgo de volverme a enamorar.

Cuando me veas no te importará que todavía tenga mis gafas rotas,
que no haya lavado el carro como en dos meses
y tampoco que,
gracias a mi pasión desmedida por la cafeína,
el blanco de mis dientes haya pasado,
tal como el sueño de Martin Luther King,
a la historia.

Te enredarás en mi pelo,

te arrullará mi risa y encontrarás en ese trastorno,

que me enreda la existencia desde hace doce años,

una razón para protegerme,

hacerme reír más a menudo

y tener la excusa perfecta para jamás soltar mi mano.


Cuando me veas sabrás que soy yo quien te ha esperado.


Como la Penélope de una canción que todavía suena en la radio,
te espero sentada en un banco viejo.
No me venderé al mejor postor.
Miraré al horizonte,
escribiré mil canciones mientras llegas y conservaré mi pelo largo.


Largo como las noches que cuidan mi soledad en estos días,

cómplices de mi tonto orgullo secretean a las estrellas que así no te conozca aún,

sueño con tus dedos enredados en mi pelo

esperando el día en que mirándote a los ojos

sin temor,

sin titubeos,

pueda decir: "Te Amo".

domingo, 19 de junio de 2011

Me quiero perder en un bosque

Me quiero perder en un bosque,

muy lejos,

donde nadie me encuentre.


Quiero confundirme entre las ramas,

las piedras y alguna que otra flor.


Quiero hacerme invisible de una vez por todas,

y no gastar espacio y tiempo que algún otro muy bien aprovecharía.


Quiero dejar mil canciones escritas antes de perderme,
saber a qué huele el viento antes del amanecer,
tener mil excusas para no tener que hablar,
renunciar a los sueños porque ya no hay tiempo,
y entender de una vez por todas que no soy la princesa de ningún cuento.

No hay lugar para mi en esta tierra,
mensajera de quien aún tiene esperanza
y para algo me necesita
sobrevivo cada día,
con una sonrisa forzada,
un par de sueños prestados
y la eterna sensación de que algo me hace falta.


No quiero gritar más...en este caserío todos están sordos.


No quiero correr más tras el viento...

Prefiero que este sea mi combustible y pueda por fin volar hacia aquél que siempre me ha esperado.


Volar...

lejos de aquí,

lejos de tanto payaso sin circo,

de tantos reyes sin reino,

de semejante baile sin música.



Lejos de aquí está mi casa...

un panal al que le falta una abeja...

esa abeja que sueña con girar el mundo a punta de canciones,

encontrar un compañero de viaje que también esté fuera de este planeta de mierda

y desatar tantos miedos que le enredan la cabeza.








lunes, 6 de junio de 2011

Te extraño mucho...más de lo que crees.

La seguridad que me da escribir en un blog que nadie lee me da fuerzas para confesarme.

Hoy, con la valentía de un niño que después de robarse un dulce se esconde debajo de una mesa, quiero contarte que me haces falta...

y mucha.

Me hace falta charlar contigo,
así sea de la tonta hermosa que te robaba los sueños y que me hacía un ente absolutamente invisible para ti.

Me hace falta abrir el restaurante y encontrar un limón, o una fresa, o cualquier cosa que me compruebe que de alguna manera viste mi nombre, recordaste que existo.

Extraño mirarte,
así,
sin que te dieras cuenta.
Mirarte a escondidas,
así te tuviera de frente.

Mirarte, escucharte hablar...

extraño ser tu amiga.

Hace unos días decidí irme de la vida de todo el mundo.
Hacerme invisible oficialmente para que me extrañaran,

para que me extrañaras...

pero, muy seguramente como el resto de la gente,
ni siquiera te diste cuenta.

He aprendido a vivir con esto. Con el tener que contarle al computador lo mucho que te quiero y las toneladas de falta que me haces. Ya ni siquiera a mi mejor amiga le importa lo que pase conmigo. Está tan ocupada de cosas realmente importantes que mi soledad, mi rayonazo y mis ganas de conquistar el mundo a punta de canciones son una minucia a la cual no hay que prestarle mucha atención.

Pasan los años y sigo siento la misma loca.

Eso debe cansar a cualquiera.

Sí Señor Don Pepe Grillo.

Me hacen mucha falta tus tontas charlas, tus chistes bobos y tus profundos ojos verde oliva.

Te quiero mucho,

mucho!!!!!

Preferiría decírtelo de frente...con muchos globos de colores en una mano y una caja de chocolates escondida detrás de mi espalda. Contrataría mil soldaditos de plomo para que me defendieran si la sola idea de tener una admiradora como yo te asustara y decidieras practicar puntería con los chocolates, las bombas o, en su defecto, mi ojo izquierdo.

Solo sé que te quiero y que me hace bien decirlo, así mis únicos testigos sean la luz del estudio, un tal Brandon Flowers recordándome que nada es fácil o sagrado y mi mamá desde la cocina, fingiendo no entender que es lo que me pasa y reclamándome por dedicarle más tiempo a jugar en un tonto restaurante que a contarle ese secreto que me llevo todas las noches a mi cama, para ayudarme a sacar tantas ideas locas de la cabeza.

Creo que ya dije lo que tenía que decir.

Es hora de irme a dormir, de decirle a Brandon que acaba de descubrir el agua tibia y hacer de tripas corazón para decirle a mi mamá que su tonta hija, muy a sus treinta y un años, no se cansa de tirarle piedras a la luna par ver si algún día ella decide regalarle un rayo de luz que la acompañe en las noches más oscuras.

Y sí.

Antes de dormir le pediré a Dios que te cuide mucho. Que te haga muy feliz cuando la tristeza quiera ganarte una batalla y que convierta mi amor en sueños que te hagan sonreír cuando despiertes.

Me voy a dormir.

Mañana tengo que madrugar y es tarde.

Que tengas dulces sueños :)

Nite niteeeeeeeeee.............


zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz


Martha Ludobina is off-line



sábado, 4 de junio de 2011

De un día para otro

Las cosas pueden cambiar sustancialmente...

Si antes no me gustaba la lluvia,
hoy me alegra el día levantar la mirada a cielo y ver incontables nubarrones grises.

Si antes me molestaba dormir con alguien,
hoy agradezco el abrir mis ojos y tener a quien abrazar...
y a quien me abrace, por supuesto.
Si antes esperaba a un príncipe azul,
hoy,
gracias al día de ayer,
espero a que nadie planee nada para estar conmigo...

Ayer esperaba,
hoy no espero nada.

Me gustó mucho pasar la noche de anoche.

Fue muy rara,
como todo el día de ayer.

Los amigos y su discurso blandengue y romanticón se esfumaron como algodón de azúcar en boca de novia enamorada.
Ayer me sentí tan sola,
como podría sentirse un vendedor de carne un viernes santo en un país católico.

¿Quien iba a pensar que un par de numerillos,
esos con los que tanto peleo,
me iban a salvar la vida?

Como el que apuesta su vida por un poco de compañía,
hice dos o tres llamadas...
hubo un par de respuestas,
pero una en especial,
la que no esperaba tanto,
fue la que me haló de nuevo para poder tocar el piso.

Anoche, y esta mañana me sentí en mi propia película.
No hubo testigos para compartir lo emocionante de perderse una noche en los brazos de un extranjero que reside en mi recuerdo y que al volver a mi,
sin pretensiones de ningún tipo,
se hace residente vendedor de sonrisas y de deseos insípidos de volver a verle.

Anoche y esta mañana viví mi propia película.

Sentí lo que es estar y no estar. Dormir abrazada a alguien que muy seguramente no regresará y no tener miedo a que este fulano mi nombre olvide.
De seguro,
no se le olvidará nunca.

Sentí otra vez que no es tan malo caminar bajo la lluvia, desayunar en un restaurante de medio pelo y tomar un bus con la sonrisa de oreja a oreja, con la satisfacción del deber cumplido y con la sensación que debe tener un ladrón profesional que, debido a la perfección de su crimen, sabe que NUNCA podrá ser juzgado


viernes, 3 de junio de 2011

Al mejor postor

Hoy di gritos de dolor que nadie quiso escuchar.

Hoy me sentí tan invisible,
que no me quedó de otra que saltar en cualquier hueco,
perfecta trinchera en una guerra que tengo casi perdida.

Llamé,
pedí,
clamé,
pero nadie vino a mi encuentro.

Hoy decidí olvidar caras,
besos,
sueños y hasta recuerdos....

Hoy tuve que correr...
tanto...
tanto para escapar de mi misma,
que todavía no siento el suelo.

Hoy.

En una tarde de Junio
me persiguieron tantas sombras
que confundí lo real con lo inventado....

Hoy necesité tanto,
a los llamados amigos...
que ofrecen a diestra y siniestra tenderme su mano.

Hoy los necesité como nunca....
como nunca pensé que llegaría a necesitarlos.

Hoy perdí la vergüenza, el miedo, la pena.

Hoy grité de dolor...
me enredé en los pocos árboles que quedaron...
en un sol agonizante
en el humo de un cigarrillo
en las teclas de un piano....

Tchaikovsk, un tal Tchaikovsky....
me sedujo con sus notas
y a este ir y venir
cuidadosamente me trajo.....

Hoy fui loca,
necesitada,
cuerda faltante de un arpa que ya nadie toca...

Hoy me sentí inmensamente sola.

Cerré las puertas de mi alma,
barrí la última esperanza...
abrí un libro que hacía rato no leía
quien fuera a creerlo...
ese libro, empolvado, releído y viejo,
fue quien me devolvió la calma...

Me hace falta

Me hace falta pasear mis dedos sobre letras secuestradas en insignificantes,
pero seguros,
cubos de plástico.

Me hace falta irme lanza en ristre contra el mundo sin sentir que mi interlocutor en vez de escuchar,
hace juicios sin valor alguno.

Me hace falta sentir el sonido de las teclas,
obedientes a indecisos dedos que se llenan de cualquier cosa con tal de sacar el humo de ese incendio infinito que llevo dentro.

Me hace falta desnudar mi alma,
mis miedos,
mis sueños,
mis intentos furtivos de cumplir sueños ridículos de infancia.

Me hace falta tenerte al frente,
espejo que distorsiona en letras mi pelo negro,
mis ojos pequeños e imperfectos dientes.

Me haces falta y mucha.

Puente que conecta lo de afuera y lo de adentro,
cadena enredada que por más que quiera no entiendo,
sonido de teclas que no son música, que no me dan miedo...


Me haces falta


Mucha

No te imaginas cuanta....

Hoy te enfrento de nuevo,
con algo de cobardía,
insegura,
con frío y con miedo.

Me acojo a tu abrigo,
me aferro a tus líneas etéras,
me enredo en tus hilos....

Y en ese sonido sordo,
de teclear insaciable,
de cuentos tan cortos!

Me entrego a ti de nuevo,
a un caminar contigo,
a seguir escribiendo.....

A contarte mis secretos,
desenfundar mis miedos y,
posiblemente,
a decir otra vez hasta luego....

Parir líneas...llenas de miedos, también de alegrías...

me hacía tanta falta!
Hablarle a lo incierto,
quemar los recuerdos,
cantarle a los sordos,
bailarle a los ciegos.


Otra vez aquí


Frente a tí


Mi espejo desnudo


Carente de fin.


miércoles, 1 de junio de 2011

Tengo la cabeza enmarañada

Hace algunos días le llamaba amor....
creía que era parte de hacer realidad mis sueños de infancia,
esos que se entretenían en mi tiempo haciéndome fabricar una idea de un futuro perfecto que se
encuentra muy cerquita de donde está la felicidad y de un príncipe azul.


Siguiendo esa idea me enamoré un millón de veces.

Tal vez demasiadas para una mujer de 31 años con sueños de niña de cinco. Me dí permiso para sentir cosas que me hicieran reír sin necesidad de cosquillas.

Caminé,

me caí,

me reí mucho

y también lloré.

Todo por sentir ese consabido concepto viviendo en cada una de las células de mi cuerpo.

Hoy paré para devolver la cinta y sacar conclusiones.
Encontré nombres y números...horas, sueños y muchas incoherencias que hacen que entienda que el amor nunca ha cruzado por este puente.

Nombres y números.

Letras...muchas letras que respaldan deseos incumplidos pero aún esperados, sueños de infancia que se rehúsan a desaparecer muy a pesar de ser la mayor parte de una inocencia perdida.

Hoy me di cuenta de que no tengo un norte. De que busco compañía porque le tengo miedo a mi cabeza. Es mejor enamorarse a tener que escuchar mis propios pensamientos, es mejor pensar en alguien, en ese galán de turno, a tener que enfrentar mis miedos, esas voces que me cuentan cuentos que, a veces, no quiero oír, que me llevan por un mundo en el que solo yo vivo y necesita ser, para mi desgracia, explorado.

Hoy descubrí que el amor ha sido una excusa para escapar de mi.

Esa voz está ahí siempre. Mostrándome lo que quiero ver, diciéndome lo que quiero escuchar y haciendo que mi choque con la realidad sea tan sutil como el estrepitoso choque de un tren en una iglesia, en el preciso instante de la genuflexión.

domingo, 8 de mayo de 2011

Mientras me llega la hora

Dime que siempre vas a estar ahí

que no me dejarás caer

y que por más ruidosa que sea mi compañía
jamás vas a dejarme sola.


Dime que me amas a pesar de ser insoportable,

que me soportas aunque mi amor no sea tan bueno,

y que me acompañas así la luz de mis sueños se apague.


Dime que te gusta oír mi voz,

que me necesitas,

y que mi paseo por aquí no es del todo infructuoso.


Dime que soy importante para ti

a pesar de lo irrelevante que soy en cada espacio de esta tierra.


Dime que sonríes cuando me escuchas cantar

y que muy a pesar de mi tristeza

disfrutas lo que escribo

sin importar el destinatario.


Dime que te importo,

que me amas,

y que un día

- ese que ya tienes destinado para el despegue-

abrirás la puerta de tu casa,

me entregarás la partitura de tu obra

y me darás ese lugar que tanto te pido

en un coro de ángeles.

Ese que se dedica a cantar

para embolatar tu tristeza,

secar tus lágrimas,

y hacer saber

que más allá de este infierno

todavía hay alguna esperanza.



jueves, 5 de mayo de 2011

No te vayas.

Caminar cerca a un lago

con brisa fresca...

El sonar de las hojas que caen...

de su choque con el suelo...

Un sol de verano a las cinco de la tarde,

una infancia atesorada,

recuerdo de chocolate y galletas,

preparado por la abuelita Angélica...

Sonar del batir de alas

de ángeles que se niegan a partir
....

Viento fresco

sueños nuevos

¿A dónde te has ido?

¿Por qué hoy ya no estás conmigo?

¡Inocencia!

¡no te vayas!

¡quédate siempre conmigo!

Finge que nunca te fuiste

y decídete a acompañarme.

Con eso,

si pronto muero,

recibiré con ojos abiertos

a un ángel más.

No al ángel que apagará la luz,

que atará mis pasos

y sellará mi historia

con un frío y eterno abrazo

¡Inocencia!

¡No te vayas!

¡quédate siempre conmigo!

martes, 3 de mayo de 2011

Una punzadita

Dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

En estos días lo he sentido y no me ha gustado nada.

Hace unos días se me clavó una estaca.

Sí.

Una estaca en el corazón que me recuerda que estoy viva
y que lo hermoso, pero frágil de este regalo que me hizo mi Padre hace 31 años, puede estar pendiendo de un hilo.


No es esa estaca que se clava por lo estúpido de un desamor o por el miedo a quedarme sola.

Es una punzada que queda después de mucho café, montones de dulces en las tardes de un domingo y uno que otro respiro de humo que hace que las penas se las lleve el viento.

Esa punzadita hace que la inquilina de estos 149 centímetros de estatura tenga miedo de no abrir los ojos
mañana
y que,
de un momento a otro,
pase a ser un recuerdo en algún álbum de fotos .

Esa estúpida estaca, hace que muy pronto tenga que ver a esos señores de batas blancas que tanto detestaba el abuelo,
y que verlos,
más que un anhelo,
sea una necesidad.

Algo que me de una luz, y no precisamente la que lleva a la eternidad.

Esa estaca está ahí amenazante... se retuerce cada vez que me asusta algo tonto y revive a ratos para recordarme que mi vida, como la de una mariposa, es un poco más que frágil.

Jamás pensé escribir acerca de este miedo.

Miedo a cruzar el río sin que mi mamita me lleve de su mano. Miedo a que el abuelo deje de escuchar mi risa y miedo a que mi perrita ya no tenga a quien salir a saludar.

Maldita punzada.

Ya me cae gorda.

Por el momento habrá que seguir caminando.

Hacer como si no existiera.

Esperar a que pase el tiempo en ese mundo en el que no seré más que un recuerdo, para poder visitar a los señores de blanco,

algo que odio mucho más,

y más ahora,

que el tener que cargar una sombrilla en mi maleta.

jueves, 21 de abril de 2011

Me hacía falta

Ya me hacía falta sentir tus dedos,

Perderme en tu pelo,

Morderte los labios.


Extrañaba tanto tenerte tan cerca,

Escuchar tus sueños,

el tambor en tu pecho.


En una sola noche

dejé de extrañarte

pudimos tenernos,

atarnos,

dejarnos.


Volver a sentirte

Volver a escaparnos

con algo de miedo

me enredé en tus lazos.


No hay afán de nada...

Del miedo queda tan poco....

y de esa noche guardo

un recuerdo agridulce

que da escalofríos

que recorren mi espalda

al oler en mi almohada

tu olor a chocolate.







lunes, 18 de abril de 2011

A quien pueda interesar.

A los que dicen tener respuesta a todo.

A los que creen saber cuando en realidad no saben ni a que sabe un dolor de muela.

A los salvadores de desesperanzados y recolectores de almas perdidas.

A los poetas baratos y escritores de pacotilla.

A los ángeles con alas de parafina y parlamento de teatro barato.

A los ladrones de historias y doctores de hospital en quiebra.

A los que huelen a cigarrillo y apestan a poesía de bus ejecutivo.

A los que saben que no saben y aún así pretenden que saben.

A esos,

A aquellos,

A los que ya no quiero

Y de seguro nunca quise.

A los que están en el olvido,

Les quiero pedir un favor:

En poco tiempo pasará un tren.

Es un tren con muchos puestos, poca luz y olores fétidos.

Abórdenlo, no tengan miedo.

Es mejor viajar en un tren que lleve directo al infierno,

Que querer mostrarme luces que no me interesa encender,

Contarme historias que no volveré a creer,

Y dejarme olores que no me dan sino ganas de vomitar.

¡¡¡Váyanse lejos!!!

A vivir en su perfección de mierda,

entre los versos difusos en un billete de mil pesos,

entre la cabellera enredada de una Medusa griega y enamorada.

Guarden su afán de querer cambiar lo que he construido durante años

con tantos sueños

Y uno que otro desengaño.

¡¡¡¡¡Lárguense payasos de medio pelo!!!!!

¡¡¡No me interesa tener más que ver con intermediarios!!!

Después de haber lidiado con sus patrañas,

sus olores y sus cuentos baratos;

no me quedan ni cinco de ganas

ninguna ilusión, ninguna esperanza,

de conocer a ese

que en circo les paga.



domingo, 3 de abril de 2011

Hoy recuperé mi fe.

"Gandhi dijo que todo lo que hagas en la vida será insignificante.
Pero que es muy importante que lo hagas."


Que madrugue como yo...
que tenga sueños como yo...
que pase malos días como yo....
y que esté dispuesto a compartir tanto malos como buenos conmigo.

Que en vez de criticar y salir corriendo en mis momentos de tormenta
y de asustarse al ver en realidad quien soy,
esté dispuesto a protegerme de la lluvia
tanto como yo estaría dispuesta a hacerlo feliz
muy a pesar de mi torpeza.

He tenido días un poco malos y me he sentido particularmente sola. Pero sé que él está en algún lugar de mundo. Muy probablemente madrugando, tomando mucho café y haciéndose el loco para no deprimirse al devolver el cassette y ver todo el tiempo que ha perdido cumpliendo horarios y escapándose de los sueños.

Sé que debe estar por ahí, en algún lugar del mundo. Y tengo la certeza de que algún día nos encontraremos.

Imagino que aún habrá un par de sapos por besar. Pero sé que cuando él aparezca no habrá besos desperdiciados, promesas innecesarias y el "click" del que tanto le hablo a Sandra aparecerá de inmediato.

Hoy recuperé mi fe.

Mientras tanto a seguir madrugando, soportando a la imbécil de mi jefe y a tener una sonrisa gigantezca muy a pesar de los nubarrones que me ennegrecen el cielo de vez en cuando. Tengo muchos regalos hermosos por los cuales sonreír y todo el montón de cosas que hago dejará alguna huellita en las personas con las que comparto tanto tiempo.




Hoy tuve un día hermoso y, a pesar de que a veces pierdo el tiempo anhelando lo que no tengo, decidí que tengo derecho a ser feliz.


martes, 29 de marzo de 2011

A propósito de ir a la luna.

Esta mañana me pasó algo muy bonito :)

Hacía mucho frío...

¿qué le vamos a hacer?

¡Me gusta mucho el frío!

No amanecí del todo contenta, pero tenía un motor que me movía con mucha energía para comenzar mi día.

Manejaba como todos los días que no hay restricción,

y bueno

parecía que iba a lloviznar, pero finalmente el sol no le permitió al agua arruinar ese gris celestial que cubría mi mañana.



porque también hay colores oscuros en el cielo.

Al pasar debajo de un puente,
una guitarra llamó mi atención
me sacó una sonrisa...

eran los acordes de una canción que no escuchaba hacía mucho tiempo

No por lo menos en la radio.

Era una de esas canciones que lo llevan a uno a la luna...

porque con una canción es posible llegar a la luna,

así los cráteres más cercanos a los que uno tenga acceso sean los que le pongo de frente al carro

y me recuerdan que no estoy en la luna

sino en mi fría Bogotá.

Es una canción que me seduce a escucharla una y otra vez

Una canción que me llena de frío...

de mucho frío,

de olor a tierra después de la lluvia

y de deseos de contar con ese príncipe azul inexistente para abrazarlo

muy

muy

fuerte,

con la excusa tonta de espantar el frío.

Hay canciones que uno no se cansa de escuchar.

Uno siente cada nota....

cada acorde...

cada color que se puede colar por las vibraciones...

por esa frecuencias casi celestiales.

Eso es lo bueno de la música


que uno no se cansa de escucharla...una y otra vez...

Eso satisface mi obsesión...esa obsesión por repetir momentos dulces...de esos que duran tan poco, pero que ¡pueden hacerle a uno sonreír tanto!

Eso es lo bueno de la música

diferente a lo que pasa con los libros.


Hay un libro que no he terminado de leer...
he prometido terminarlo todas las noches antes de irme a dormir,
pero me puede más el sueño.

Debe ser porque ya las páginas que he leído me han contado de a pocos el final que le corresponde.

Creo que ese final ya me lo sé. Ya lo he leído en otros libros.

¡Que pena!

Por más atractiva que haya sido su portada, por más coloridas que hayan sido sus líneas
hay libros que definitivamente no me interesa volver a leer.

¿qué sentido tiene leer historias diferentes con finales idénticos?

Muchas gracias

Pero no

Por el momento me seguiré escapando a la luna con la canción de turno que me quiera secuestrar en algún momento.

Seguiré haciéndole el quite a repetir libros ya leídos y me volaré de vez en cuando a tomar café con algún extraño.

Claro que esta vez le haré caso a mi mamá

Prometo no recibirle dulces ni contarle demasiadas cosas. Esta vez no quiero que se aburra y me deje hablando sola.