viernes, 26 de agosto de 2011

No es más que un hasta luego.

Ya no voy a abrir más puertas.
Solo he logrado que pase un viento frío y que tenga muchas ganas de encontrar calor.
El abrir puertas solo ha traído visitantes.
No me gustan las visitas, aún menos cuando necesito tanto de alguien que se quede...
pelear sola no me gusta...
no me gusta vivir y no me gustaría morir tampoco.
La depresión me está matando de a poquitos y cada día se ha convertido en una lucha de una guerra que, sé, llevo perdida.
Mi corazón es frágil y temo que se romperá pronto.
Ya no quiero sujetarlo más.
Me marea el solo hecho de sobrevivir y, aunque sé que no soy valiente para cerrar el libro, quiero acabar de leerlo pronto y declararme vencida oficialmente.
Se fue la luz y ya no quiero encenderla.
¿Para qué encender una lámpara en dónde solo habita uno?
Quiero desaparecer del mapa y no dejar ni un recuerdo.
La vida sigue igual conmigo o sin mi.
La música seguirá sonando y los amigos seguirán riendo.
Ya no quiero más vida. Me quiero dormir un día y que ese sueño no termine.
Dormirme y llegar allá a donde el amor no duele, donde los amigos tienen alas y donde mi corazón, inservible en este lugar en el que vivo, es una lámpara que no se apaga...en donde su luz no fastidia a nadie y la tranquilidad es el aire, el agua....la vida misma...

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