domingo, 26 de noviembre de 2017

Desalojo




Un monstruo enorme vive en mi cuerpo
Patea las paredes de mi pecho

Aterrado

Pero se niega a salir


Cuando le abro la puerta resopla
Me roba el aire
Se queda dormido
Cuando creo que ya no respira
Enreda con su lengua
Lo que me queda de paz


Un monstruo horripilante duerme en mi pecho
No hay manera de sacarlo

Aunque a veces

Mi voluntad cansina
Intente un desalojo
Disfrazado de llanto

No puedo

No puedo 

llorarlo

Un monstruo cobarde
Duerme en mi pecho
Y no tengo otro remedio
Más que dejar que el tiempo pase

Enfrentarme a otros monstruos

Quizás a fuerza de olvido
Y falta de atención
Se llene de tedio
Y se decida abandonarme

Antes de que pasen cien años
Antes de que se haga tarde

domingo, 19 de noviembre de 2017

Alejandro Non Magnus



Estás lejos

Tu cara es mancha de olvido

tu voz

aullido sin eco
que resuena estúpida
en una tarde de sol

Tu recuerdo

pompa de jabón vacilante
 vuela suicida y sin remedio
a la palmada asesina de niños que juegan en el  parque

Tu boca

Huella muerta
Orugas siamesas
Aborto de mariposa


Tus ojos


Tus ojos


Semillas de café tostado

Cobardes

Huyen del calor de mis aguas

Egoístas

Avaros

Ciegos



Corazón 

hechizo
Coletazo de vía láctea
Oración muda
Sonrisa sin dientes
Secreto refugiado

Doliente de la nada

Cadáver cicatero de ánima y puños cerrados


Hoy estás lejos

Gracias


Dios

Hoy estás lejos

lunes, 6 de noviembre de 2017

Sobre el éxito y otros orgasmos fingidos



La buena esposa es obediente y complaciente; aunque, siendo sinceros, hace más justicia al pedestal de santidad reservado para ella la palabra decente. Debe estar a la altura de las damas de sociedad y ser el motivo de orgullo de su señor esposo, pues es ella su mejor adquisición. Las buenas esposas se ciñen a las reglas morales y tienen rotundamente prohibido consentir pensamientos impuros; ese es un privilegio reservado para el caballero que les hizo el favor de llevarlas al altar.  Son concebidas como santas y han aprendido desde niñas que el placer es el demonio proxeneta de las putas. Por fortuna, una buena esposa también tiene derechos, como al de la soledad, esa que se convierte en su Universo cuando su esposo trabaja. En ese amague de libertad le obedece a la voz que acalla cuando está rodeada de gente; cierra las puertas de su habitación, se mira al espejo y poco a poco, sin dejar de mirarse a los ojos, se despoja del disfraz de buenas maneras que le compró el marido. Duda, pero se percibe tan deseable, que no le queda más remedio que obedecer al instinto y comenzar a acariciarse.
¿Será que Dios me está mirando?

¡A quién le importa! Sí, en su intimidad también le está permitido darle a Dios un rol secundario, los dedos resbalosos en medio de las piernas y la  dulce epifanía de la culpa.

¿De qué está hecho el cielo?

Silencio.


Ya casi es hora de la cena. Hay que lavarse las manos, ponerse la ropa y abrir la puerta. Sale de la habitación como el niño agazapado que acaba de comerse el chocolate que le robó a la abuela. Solo cuando comente ese pequeño crimen, -lejos de los ojos de su esposo, de su madre y del mismísimo Dios decepcionado- se concibe como mujer de carne y hueso, se siente realmente humana y desea, con algo de culpa, que el mequetrefe de su marido encuentre un trabajo en otro continente para pasar más tiempo con ella misma. Mientras eso ocurre, se pone el disfraz de obediencia y sigue al pie de la letra las normas que la pondrán en su pedestal de mujer decente; se dedicará a hacer las cosas bien, a replicar con algo de decoro a un prolífico y políticamente correcto escritor de bestsellers.  

Sobre la libertad en los personajes.



Los personajes necesitan respirar, llenarlos de basura –y por basura me refiero a los deseos de grandilocuencia del autor- los limita, los debilita, los anula. El pobre titiritero busca grandeza a costa de la vida de lo que crea, parece que aún no sabe que el saber en demasía puede tomar tintes coprológicos. El autor debe calmarse, renunciar a su deseo de controlarlo todo en extremo, porque todos los extremos son malos. Soltar el poder puede ayudar, dejar que la historia mueva al personaje  y que él mismo ayude a abrirse camino. Hay un punto en el que el autor, gústele o no, se convierte en un simple guía; en el que ya no se le permite  ser Dios.

Sobre los personajes y la realidad



Hoy los hombres ya no conquistan con palabras bonitas. El mundo gira y la gente cambia, ¿qué sentido tiene revivir a Don Juan de Marco en una tierra en el que las féminas deliran por un macho potentado que les enseñe a amar en cuatro? El mundo se ha convertido en una esfera de boñiga y no tiene sentido querer arroparlo con flores. Las rosas rojas pasaron de moda, pero no las palabras; el amor romanticón agoniza y con él se desvanecen los Romeos. Es una evolución divertida, no son los personajes más fuertes los que sobreviven, sobreviven los más reales, aunque estos estén hechos de palabras. 

Sobre la sencillez en el lenguaje



Nadie quiere besar a una máscara. ¿A dónde se fue tu cara? La belleza de lo simple respira, permanece, es natural. El adorno es artificioso, pesado, falso. La belleza está en lo simple, parece fácil, pero no lo es. ¿Cómo escribir algo bello sin caer en la tentación de la complejidad? La escritura es también una cuestión de amor propio, una novia en noche de bodas que no teme al despertar del día siguiente.

Sobre los lugares comunes



La vida es un lugar común. No hay nuevas tristezas ni alegrías novedosas. Los estándares de las emociones ya están definidos y es el matiz individual de la experiencia lo que los hace diferentes. El dolor es uno que se presenta en forma de llanto, de grito y, en casos extremos, de silencio. Llenarlo de colores indiscriminadamente o deformarlo sin clemencia no altera su esencia y, en cambio, convierte en parodia triste lo que debería ser un fiel reflejo. Atiborrar de originalidad la vida es el nuevo lugar común, volver a  lo simple es ahora un acto de rebeldía.

Domingo


(O sobre la muerte de la inocencia)

Vacía
como flotando en una nube de leche
que le roba el sol a la tarde
me pesan los ojos
y un recuerdo patea mis canillas

¿Sal o limón?

Tengo un vestido de heridas abiertas
Que son ventanas

En mí mora una niña
que renunció a su inocencia
tras la vulgar acechanza del cuidador del colegio

Se llama Rebeca,
eligió su  nombre cuando descubrió que M estaba sucia
y L daba risa

duerme
aunque a veces se despierta

todavía sueña
aunque cada vez con menos frecuencia
la vida le pasa,
le pesa,
pero la lleva en hombros
con la fe que le dice
que un día alguien

¡por fin!

bajará el telón



Mi niña sueña

mi niña llora


hoy mi niña está despierta


La tarde huele a chocolate

 afuera llueve.

Sobre la muerte de una idea





En verdad no existes. Quiero decir, no eres lo que yo vi. No eres. Fuiste en mi cabeza, pero no -no sé cómo explicarlo-. Podemos jugar a que somos espejos, ¡eso! Tú eres mi espejo. Veo sobre ti lo que llevo puesto. Casi todo me gusta,pero hay cosas que me duelen. Hay cosas tuyas que me duelen. Miento. hay reflejos de mí sobre ti que duelen. No me gusta el dolor, es mejor que te vayas para la mierda, ¿oíste? para la ¡PUTA MIERDA! Mejor no. Te quedas. Te necesito para verme. Necesito arreglarme ese defecto que me cuelga en las orejas. Desmaquillar la sombra verde con la que veo a los demás. Verde arrogancia. No me queda tan bien como pensé. No me gusta ese color, odio el maquillaje sobre mis ojos, detesto que me lo recuerdes. Mejor te vas.  Sí, mejor así; dejemos los santos quietos. Me quedo con mi versión feliz de las cosas.


                                                                                ***

Otra vez tengo ganas de ti. No, mejor: Otra vez tengo ganas de mí. ¿Tú? ¡Ja! Tú NO EXISTESS. Es decir, tú estás, pero en mí no eres. Adornas la mesa de centro de mi inconsciencia, es eso; un día no estarás tú, quizás estará una jarra, una planta, un gato que acompañe mi soledad senil. Estás, no eres. Pasas,  no permaneces. Traes una luz incómoda y quiero apagarte a las malas, porque ya no quiero verte-verme. Yo a ti no te necesito. ¿Qué utilidad tienes? Eres-estás en un espejo de huesos averiado por la vida, por el tiempo. Estás, no eres; pasas, no permaneces. No hay vaho tibio que limpie la mancha que obstaculiza mi reflejo. Estás podrido. No eres tú, soy yo. Porque yo soy, tú pasas; yo permanezco. Gracias.

Otra vez tengo ganas de mí; tengo ganas de que te vayas. 
Vete.
No quiero excusas tu mierda. Mi mierda. 

Vía Láctea


(O una fotografía del vacío)



Hoy estoy hecha de leche
Mis fantasmas se  convierten en espuma
escapan por detrás de mis orejas
porque hace sol

Hoy mis ojos saben a agua
Resbalan juguetonas las cortinas de mis párpados
con impulsos férreos
cierran las ventanas

Hoy mis manos huelen a arena
Portan las huellas de las tuyas
Y esperan
A que un soplido de viento
Las lleve,
misericorde,
A otras playas


Hoy el aire pesa
Respirar cuesta
Lo que me rodea

Es un suspiro de la nada