lunes, 6 de noviembre de 2017

Sobre la libertad en los personajes.



Los personajes necesitan respirar, llenarlos de basura –y por basura me refiero a los deseos de grandilocuencia del autor- los limita, los debilita, los anula. El pobre titiritero busca grandeza a costa de la vida de lo que crea, parece que aún no sabe que el saber en demasía puede tomar tintes coprológicos. El autor debe calmarse, renunciar a su deseo de controlarlo todo en extremo, porque todos los extremos son malos. Soltar el poder puede ayudar, dejar que la historia mueva al personaje  y que él mismo ayude a abrirse camino. Hay un punto en el que el autor, gústele o no, se convierte en un simple guía; en el que ya no se le permite  ser Dios.

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