La vida es un lugar común. No hay nuevas tristezas ni alegrías novedosas.
Los estándares de las emociones ya están definidos y es el matiz individual de
la experiencia lo que los hace diferentes. El dolor es uno que se presenta en
forma de llanto, de grito y, en casos extremos, de silencio. Llenarlo de
colores indiscriminadamente o deformarlo sin clemencia no altera su esencia y,
en cambio, convierte en parodia triste lo que debería ser un fiel reflejo.
Atiborrar de originalidad la vida es el nuevo lugar común, volver a lo simple es ahora un acto de rebeldía.
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