domingo, 9 de octubre de 2011

Reincidencia

Había prometido no volver a tocarla.
La última vez que lo había hecho,
la sensación fue más agria que dulce
y a la mañana siguiente el aire parecía más pesado.

La tocaba porque era dulce,
suave,
cálida y húmeda;
virtudes que hacían que después de finalizado el ritual de la caricia
este quisiera repetirse hasta el cansancio.

Había prometido no volver a hacerlo
después de haber sentido una soledad inmensa
tras haber regresado de un viaje por el cielo.

Iba y volvía,
con roces cálidos y fríos
que no le costaban nada...
ni si quiera una palabra.

Lo prometió, pero reincidió.

Esta vez con menos culpa, más curiosidad
y con la cosquilla en el estómago
de quien siente que se enfrenta a una primera vez.

Sin culpa.

Sin miedo.

Sin ansias y hasta sin tiempo.

Esta vez volvió a tocarla...

con curiosidad, pero sin deseo.







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