lunes, 3 de octubre de 2011

Y pasaron 20 años




Mientras no estabas
sentí frío,
miedo,
angustia
y cuando me acostumbré a tu ausencia,
me llené por fin de valentía y
acepté de nuevo ver el sol por la ventana.


Mientras no estabas
aprendí a las malas
que llorar es un exorcismo necesario
y que mirar hacia atrás
para reprochar y querer aclarar dudas
no sirve de nada.


Mientras no estabas
cambié mis crayolas por una guitarra,
una escuadra por una pandereta,
el recuerdo de tu bicicleta
por una lira
y los premios por buenas notas
se convirtieron en negociaciones con mi mamá,
para que me diera permiso de jugar con mis amigos
al terminar la escuela.


Mientras no estabas
aprendí a cantar y llorar al tiempo,
supe que las sonrisas se cobran caras
y viví,
sin saberlo,
como Johnny Carter
en los tiempos del jazz de Cortazar.


Mientras no estabas
aprendí a cantar,
me enamoré del baile
y descubrí que los sueños eran la mejor forma
de olvidar que hacía un buen tiempo te habías ido.


Mientras no estabas
el tiempo pasó,
se cayeron dos torres,
la infancia se escapó de mis manos
y la esperanza de tenerte al lado
se fue sin necesidad de despedirla.


Mientras no estabas
me enamoré...
tantas veces...

las suficientes como para darme cuenta
de que al amor lo han disfrazado,
prostituido y matado,
preso de falsa belleza,
codicia y ambición enferma.


Mientras no estabas
decidí quedarme sola
y anhelar que esa silla vacía
desapareciera
y que a cambio hubiera
un espectador
exclusivo,
admirador ferviente
de mis alas....


Esas alas que se fueron...

se quemaron,

se partieron...

se perdieron

mientras no estabas.


Ya regresaste
y por la pluma de Cortazar pasaron 20 años,
tórpemente aprendí unos diez acordes en la guitarra,
he sido necia,
bruta,
a veces inteligente
hasta alcancé a ser toda una rockstar
combinando mis sueños con los de un par de amigos,
cuando tuve algo de suerte...



Volviste,

pero el tiempo ya pasó.



Las heridas no se han ido, 
y quiero volver a ser niña para abrazarte,
saltar sobre tus hombros
y ver el mundo desde allá arriba...
con la seguridad de que no me dejarás caer...


Quiero que mi inocencia regrese
para que esa silla
que aún sigue vacía
no me duela tanto,
cuando se ensordece el aplauso,
cuando las luces se apagan, 
cuando la función termina.

Papá. 


Todas estas
 y muchas otras cosas
ocurrieron mientras no estabas.


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