Por alguna razón cambié la rutina y los pasos tomaron un rumbo circular el día de hoy.
Es que hoy llovió.
Me gusta mucho la lluvia, porque la tristeza se siente a gusto y sale de su escondite sin ser muy evidente. Hoy hablé con ella y me dijo que a veces sentía miedo.
Me confesó que es tan humana como sus portadores y que también necesita espacio para hacerse notar. Algo que cualquiera haría para perpetuar de alguna manera su existencia y no pasar inadvertido. Me dijo que aprovechaba los días de lluvia para hablar a través de canciones de hace tiempo y desempolvar uno que otro recuerdo que se hace impertinente en días de verano.
Siente pena.
Sabe que no es bienvenida y por eso usa formas abruptas de aparecer. Son pocos los masoquistas que la buscan para escribir canciones y eso limita su campo de acción.
Me cayó muy bien la vieja esta.
Tristeza, una nueva y extraña amiga, me acompañó hoy.
Anónima.
Esta vez no tenía nombre propio como cuando aparecía acompañada del nombre de algún don nadie que me sacaba lágrimas a punta de indiferencia.
Hoy la sentí como se siente un dolor exquisito.
Justo ahí.
En un lugar pequeño pero contundente, queriendo ser vista y a la vez ignorada. Llamando la atención. De repente me robó una lágrima para después decirme que era anónima y que por primera vez esta tristeza, ya no tan inmensa, era genuina.
Genuina y solo mía.
Esta me encantó!
ResponderEliminarGracias!!!!!!
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