domingo, 18 de septiembre de 2011

Hacía tiempo no llovía.

Ya tener frío me hacía falta.

Cuando hace frío 
un café ya no es un vicio,
sino un mal muy necesario.

Cuando hace frío 
se despierta ese fantasma que está dormido 
que empuja la voluntad de mis dedos
para escribir una historia 
que vive felizmente escondida.

Cuando hace frío 
se añora un abrazo, 
un chocolate no es pecado 
y un verso 
se convierte
en canción de cuna para un recuerdo.

Cuando hace frío 
añoro
temo
necesito.

Cuando hace frío 
recuerdo 
lo bien que es estar lejos,
el bien que me hace estar sola, 
el beneficio de ahorrar
y renunciar a robar besos.

Cuando hace frío 
un coro de ranas es mi banda sonora
los charcos se convierten en espejos
de la luz que, 
sin importar la forma,
guía los pasos 
de quienes a fuerza del cansancio
anhelan llegar a casa.

Cuando hace frío
no te extraño,
no te temo,
no te necesito.

Cuando hace frío 
sé lo bien que es quererte de lejos
soñar con el sabor de tus besos
e imaginar lo que sería 
quedarme enredada entre tus dedos.

Cuando hace frío
no estás,
pero te traigo a las buenas,
a punta de recuerdos, 
de canciones,
de deseos que se apuestan
sin mayor ciencia ni técnica
que jugando a los dados.


sábado, 10 de septiembre de 2011

Una canción.

No importa qué tan lejos estés de mi.

Solo basta escuchar una canción para traerte de vuelta
y,

semejante hazaña,

hace que la sonrisa en mi cara ya no sea tan esquiva.



Te guardo celosamente

en una cajita de chocolates.

Fresquito pero a la vez calientito.

Como se guardan los tesoros...

las sonrisas,

los recuerdos de días felices.



Estás adentro,
muy adentro;
más adentro de lo que crees.


Y todos los días te echo un vistazo,
de cerca,
de lejos...
y lo que más me gusta
es mirarte cuando no me estás mirando.

Escucharte...
Mirarte...

Esa risa le devuelve la fe a mis días,

me da la suerte del que encontró el eslabón perdido,

y el corazón de quien acabó de ganarse la lotería.



Que bueno saber que existes y que para tenerte al lado,
solo necesito una canción.


Una canción que me devuelve la vida,

los sueños

y la magia de lo que no sabemos si es verdad o mentira....

una canción que me devuelve más de diez años atrás,

cuando no tenía tanto miedo...



Una canción que te trae de vuelta

es una canción

capaz de devolverme la sonrisa.

viernes, 26 de agosto de 2011

No es más que un hasta luego.

Ya no voy a abrir más puertas.
Solo he logrado que pase un viento frío y que tenga muchas ganas de encontrar calor.
El abrir puertas solo ha traído visitantes.
No me gustan las visitas, aún menos cuando necesito tanto de alguien que se quede...
pelear sola no me gusta...
no me gusta vivir y no me gustaría morir tampoco.
La depresión me está matando de a poquitos y cada día se ha convertido en una lucha de una guerra que, sé, llevo perdida.
Mi corazón es frágil y temo que se romperá pronto.
Ya no quiero sujetarlo más.
Me marea el solo hecho de sobrevivir y, aunque sé que no soy valiente para cerrar el libro, quiero acabar de leerlo pronto y declararme vencida oficialmente.
Se fue la luz y ya no quiero encenderla.
¿Para qué encender una lámpara en dónde solo habita uno?
Quiero desaparecer del mapa y no dejar ni un recuerdo.
La vida sigue igual conmigo o sin mi.
La música seguirá sonando y los amigos seguirán riendo.
Ya no quiero más vida. Me quiero dormir un día y que ese sueño no termine.
Dormirme y llegar allá a donde el amor no duele, donde los amigos tienen alas y donde mi corazón, inservible en este lugar en el que vivo, es una lámpara que no se apaga...en donde su luz no fastidia a nadie y la tranquilidad es el aire, el agua....la vida misma...

martes, 23 de agosto de 2011

Hasta el último momento.

Un día como hoy volvimos a vernos,
hicimos pactos de no agresión y juramos que pasara lo que pasara lucharíamos por un mismo sueño y caminaríamos de la mano aún bajo la más fuerte tormenta.

Un día como hoy nos enredamos y desenredamos,
escondiendo un secreto a voces que nos mantenía hasta hace poco unidos.

Un día como hoy también llovió y decidí que escribir era mi forma de gritar.

Un día como hoy quise dejarme encontrar,
me dejé tentar por una tierra jamás prometida
y reconstruí un castillo que ya el viento había desvanecido
con la complicidad de un ejército de mariposas.

Un día como hoy
escuché una canción que me devolvió los sueños que teníamos,
y
un día como hoy,
no tan lejano a hoy,
tuve que despertar.

Hoy decidí que me voy.

Empaco lo que quedó del que un día fue nuestro sueño en la maleta que dejaste en la puerta antes de irte y a pesar de seguir encontrando idiotas a diestra y siniestra,
creo que ya llegará el valiente que se atreva a caminar de mi mano,
tras el mismo sueño.

Mientras camino,
recogeré los pasos que un día fueron nuestros,
juro que lograré lo que soñé antes de conocerte
y que tatuaré en mi alma los recuerdos de los días y noches
en los que jugábamos a escondernos para estar lo más cerca del cielo,
sin que nadie lo supiera.

Te fuiste a ratos y yo me voy del todo.

Te esperé,
te soñé,
te amé y te anhelé hasta el último momento.

Hoy dejé de hacerme la sorda y obedecí al pitazo final.
No quiero mirar hacia atrás.
No quiero tener la tentación de ver en tus ojos esos hijos que jamás llegaron y que quizá preferirán otros vientres,
otros tiempos,
otras tierras.

Me voy.

Tú ya te fuiste.

Me voy con mi voz y tú con tu guitarra.

Me voy con mi soledad y tú con tus enredos.

Me voy con mis sueños y tú con tus pesadillas.

Me voy con el amor que me queda y tú con la curiosidad de haber sabido lo que habría sido tener un hijo conmigo.

Me voy...y te amé hasta el último momento.


Me voy con las manos vacías y un mundo que me espera para recordarme que el amar a manos llenas sirve solamente para construir castillos de arena,
y que se corre el peligro de parecer retardado mental por querer ver en los ojos del otro lo que solamente un corazón enamorado podría ver.

Me voy con la convicción de que el amor es un privilegio que pocos entienden y que va mucho más allá de una fachada que se disfraza con un vestido de novia.

domingo, 31 de julio de 2011

Y a pesar de todo, sé que es mi culpa!



Por tu culpa he vuelto hacer lo que no es debido.

Decidí que es mejor contarte las pecas
a querer lograrlo con miles de ovejas,
que saben como burlarse de mi,
antes de quedarme dormida.

Decidí que prefiero escribir canciones,
o uno que otro poema tonto,
a pedir explicaciones.

Decidí también que seré valiente
y enfrentaré con gallardía
a ese ejército de mariposas
que invade mi estómago
cada vez que te cuelas en mis pensamientos
o que me encuentro contigo de frente.


Por tu culpa se me olvidó otra vez que la fantasía es cosa de niños.


Por tu culpa sonrío con apenas un recuerdo
y cuento los segundos que separan
a esta niña perdida
del muchachito que toca el piano.


Por tu culpa se me enreda la cabeza,
confundo una que otra palabra
y convierto una que otra canción
en el himno que acompaña mis días,
ese que hace que en medio de una torrencial lluvia
salga el sol.

Por tu culpa

y solo por tu culpa

a mi corazón se le olvidó bombear sangre
y,
a cambio,
se dedicó a guardar brasas de ilusiones
que hacen que me sienta tibia por dentro
y que,
cada vez que te recuerde,
un escalofrío se adueñe de mi espalda.


Por tu culpa le robo minutos a mis horas de sueño,

le pido a Dios excusas por no dedicarle más tiempo a nuestras charlas nocturnas

y me dedico a mantener esa sonrisa tonta

que aparece

con solo evocarte...


¡Por tu culpa, Rodrigo, por tu culpa!


Hoy vuelvo a sentir que el amor existe

y que más que preocuparme por llenar requerimientos
ridículos para sentirme plena,

me dedicaré a quererte
de cerca y de lejos,

con seguridad y con miedo,

con la franqueza de mis células

y lo firme de mis huesos


imperfectos,


torpes,


esos que atestiguan

que cada que pienso en ti

de los pies a la cabeza,

tiemblo.




viernes, 22 de julio de 2011

Te tomé prestado para escrubir un par de cuentos
para inventarme un par de sueños
para robarme un par de versos

Y sí...

Uno puede enamorarse del frío
de la música
del dolor.

Uno puede enamorarse del viento
cuando le acaricia sin querer
el pelo.

Uno puede enamorarse del sonido de las gotas de lluvia
que al caer
puede ser
dulce,
erótico,
doloroso,
fatal.

Uno puede enamorarse de los sueños,
de las líneas de Bach
y de los colores de Tchaikovsky.

Uno puede enamorarse de la soledad,
de las ovejas que cuenta antes de dormir
y de las pesadillas de las que quiere despertarse.

Uno puede enamorarse del miedo,
de la angustia,
de la nostalgia,
y del deseo.

Uno puede enamorarse
de un cello,
de un piano,
de un fagot o de una flauta

de la música...

De esa que se escucha de fondo
en alguna escena de una película
y de la que lo acompaña a uno
cuando quiere cerrar sus ojos para siempre.

Uno puede enamorarse tantas veces y de tantas cosas.....

Enamorarme es mi vicio y como tal me hace daño.

Me enamoré de un ruido....de tu ruido y tu locura
de tus ojos
de tus manos y de la punta de tu nariz
de tus miedos
de lo que escuchas y de lo que no quieres volver a escuchar jamás.

Me enamoré de tus dedos sobre el piano
de tus ojos cerrados cuando tocas
y del justo momento en que los abres.

Me enamoré de tu voz,
de tus manos en las cuerdas de una guitarra prestada,
del cigarrillo que se quedó en mi carro
y del forro de la cámara
que tiene otro vicio adentro
también en mi carro.

Me enamoré de tu música
de tus fortes, de tus pianos
de tus sueños de dormido y de despierto.

Me enamoré de ti.

Y todos los días
te pienso
te amo
te quiero
te dejo
te olvido
te sueño
te miento
y
te creo...

Mi nuevo vicio tiene siete letras
un par de pecas desordenadas
y muchas ganas de volar.

Mi nuevo vicio tiene nombre de señor serio
una voz que me arrulla aún sin querer dormirme
y una locura prestada,
una locura que ata,
que me ata
y de la que no me quiero soltar.