jueves, 24 de febrero de 2011

Silencio

Hoy el viento sopló hacia muchos lados.

Como ringlete me dejé llevar por cada segundo que pasó por mi cabeza.

Por algunos momentos fui feliz y me di el permiso de soñar, pero como aquella manzana que reveló el misterio de la gravedad, regresó el miedo con su risa burlona para hacerme de nuevo aterrizar para sentir el piso y quedar en el mismo punto en el que estaba hace unos días.

Tengo miedo de hablar

...ya de soñar no me dan ganas....

ya entendí que cuando uno tiene sueños, es acosado por fantasmas de amargura que hacen todo lo posible para apagar las velas que guían la esperanza.

¿Para qué subirme a un bus que lleva todas las sillas ocupadas?

¿Para qué darme permisos si hay que pagar luego su peso en lágrimas?

¿Para qué fingir que quiero amar de nuevo, cuando estoy absolutamente segura de que no nací para princesa?

¿Para qué llamar?

¿Para qué pedir?

¿Para qué reclamar?

¿Para qué sentir?

¿Para qué?

¿Para qué?

¿Para qué?

A veces lo mejor es guardar silencio.

Hasta el mismo Bach tuvo que acudir a los silencios, aún en el medio de la más bella frase musical alguna vez escrita y escuchada.

Dicen que es sabio callar y dejar que el tiempo hable.

Mis relojes no han hablado nunca y no creo que me interese conocer su voz.

Tengo el día de hoy y es hoy que siento todo lo que llevo adentro.

Igual

Hoy decidir que voy a guardar silencio.

No voy a decir nada y seguiré mi camino.

Rodando.

Rodaré en una bola de cristal que no quiere romperse y que,
a pesar de todo,
hace que aún pueda ver aquel arco iris al que una nube negra quiere robarle la luz con la que alegra mis días.



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