miércoles, 26 de diciembre de 2012

De a pocos.



Anoche fue una noche larga.
Después de la fiesta llega el guayabo, 
después del amor,
los recuerdos
 y al final de los recuerdos,
 el olvido.

Anoche salí a caminar por debajo del halo de la luna...
pisando la sombra de los árboles 
y jugando a ser un canal para el humo, 
claro, 
eso sí, 
a escondidas de mi mamá.

Anoche mi cabeza estaba en silencio,
uno de esos convenientes, 
de los que lo exime a uno de la culpa 
y le da permiso de soñar un rato, 
de jugar a las escondidas con el miedo 
y anestesiar el odio.

Anoche fue una de las tantas que un señor Julio no me dejaba ir a dormir.

Anoche me perdí en París, 
soñé con la Argentina, 
apadriné un ángel 
y me disfracé de Maga 
para olvidarme de mí 
por un rato.

Anoche dolió escuchar
que es mejor dejar ir.

Es mejor cerrar el libro que a uno no le gusta,
esperar que pase el tiempo para volver a abrirlo.

Inviernos, veranos...
porque en mi tierra es todo lo que tengo...
esperar a que la lluvia 
y los rayos de sol 
me ayuden a borrar las letras
que hacen daño, 
como el azúcar, 
como el placer de fumarse un cigarro.

Esperar a reunir fuerzas y de a pocos irme caminando,

seguir viéndote de lejos,

olvidar tu melodía,

cerrar la partitura 

y que este

sea un adiós

en

di

mi

nu

en

d

o
.







2 comentarios:

  1. Me encanta el diminuendo, Ludo-vina. A escondidas, no, de frente y sin asco, jejej

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  2. A escondidas...un diminuendo a escondidas...lo peor es que la obra se acabó y no hubo ni un mísero aplauso...y yo que dí lo mejor de mí...para que sonara bien bonito :')

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